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Dolor de origen nervioso | Lesión de Médula Espinal

por:Publicado7 de Septiembre de 2016Sin Comentarios
Active nerve cells

Dolor de origen nervioso | Lesión de Médula Espinal

Al vivir con una lesión de médula espinal un día común puede ser un desafío en sí mismo: uno debe compartimentar muchos obstáculos en el trayecto del punto A al punto B. Desde la cama al baño y desde vestirse a la mesa del comedor, todo un ejercicio de voluntad, perseverancia y paciencia solo para llegar hasta la puerta de entrada. Ahora agreguemos dolor a la mezcla y un día normal puede pasar de ser un esfuerzo a convertirse en una pesadilla inexorable.

Como cuadripléjico C-4, 5, 6 en recuperación, debo lidiar con múltiples complicaciones a partir de mi lesión de medula espinal, y el dolor esporádico es una de ellas. Algunos días, sin razón alguna, siento en distintas partes del cuerpo un fuego abrasador, un frío helado o bien irritantes sensaciones punzantes o de hormigueo. Pueden llegar a ser francamente insoportables y me obligan a tomar algún tipo de acción inmediata y reajustar mi día o mi noche, según sea el caso.

Qué es el dolor

A través de mi experiencia y mi investigación personal he aprendido que el dolor es una señal electroquímica que se origina en el sistema nervioso y es enviada al cerebro alertándonos de una posible lesión en algún lugar del cuerpo.

No soy médico, pero sé que existen múltiples tipos de dolor que una persona con parálisis puede experimentar. El dolor Musculoesquelético o Mecánico, que a menudo se presenta por encima del nivel de la lesión de una persona, suele ser el resultado del uso excesivo o inadecuado de la musculatura funcional no paralizada. Existe también el dolor Central o por Desaferenciación, que puede presentarse por debajo del nivel de la lesión, como en mi caso, que me provoca un dolor quemante, sordo y/u hormigueo.

Nota: Mis sensaciones de dolor no aparecieron inmediatamente después de la lesión. Se manifestaron con el tiempo, a medida que mi cuerpo continuaba curándose y reconectándose. Comencé a aprender que mi cuerpo expresaba el dolor como una sensación de calor, una señal familiar, aunque desconcertante, de preocupación.

Luego está el dolor Psicológico, un componente emocional muy real de la experiencia del dolor, que puede ser atribuido al estrés, la ansiedad y/o la depresión.

Estos tipos de dolor pueden agruparse en dos categorías. El Dolor Agudo causado por un trauma y que por lo general tiene buen diagnóstico y tratamiento, las molestias son limitadas y permanece durante un período breve. El Dolor Crónico (Neurogénico o Neuropático, también conocido como Dolor de Origen Nervioso) es mucho más complicado y es la alarma del cuerpo que alerta que algo está funcionando mal. A menudo no se va y es resistente a casi todos los tratamientos médicos.

El dolor Neurogénico o Neuropático (de origen nervioso) suele acompañar la lesión de médula espinal y es una cruel ironía para quienes sufren la falta de sensibilidad o la incapacidad de sentir la agonía del dolor.

Cómo manejar el dolor

Yo vivo con una lesión de la médula espinal de nivel alto. Todo mi cuerpo y mi cerebro envían constantemente señales mezcladas, algunas veces tolerables, otras veces no tanto. Mi reto es escuchar y descifrar si estoy experimentando un dolor bueno (mialgia y fatiga) o un dolor malo (una señal concreta de preocupación que requiere atención médica) y tratar estos síntomas, o  prevenirlos antes de que se manifiesten con mayor gravedad.

Si sufro una lesión musculoesquelética/mecánica aguda, en primer término consulto con el médico para que realice una evaluación y/o una radiografía que permita determinar el alcance de la lesión. Luego sigo un protocolo médico para la recuperación, que casi siempre incluye hielo e inmovilización. El caso del dolor crónico neurogénico/neuropático es más complejo y yo he aprendido a usar una combinación de tres métodos para manejar sus síntomas:

Movimiento: La actividad física moderada a intensa parece tener siempre un efecto positivo sobre la sensación quemante en mi cuerpo. Atribuyo al cambio de posición, el aumento en la circulación de fluidos, la activación muscular y la química de las endorfinas como los componentes funcionales responsables de mi percepción alterada del dolor. Lo llamo “sufrimiento autoinducido” o “dolor bueno” como mencioné más arriba. Es el dolor en mis propios términos.

Modalidades: He descubierto que usar agua caliente y/o fría, ya sea en una piscina o en un jacuzzi/bañera tiene un efecto atenuante sobre mi sistema nervioso. Lo mismo sucede con las almohadillas de calor o las compresas frías aplicadas en mi cuerpo (Advertencia: hay que ser muy cuidadoso al aplicar las almohadillas de calor o las compresas frías en las zonas del cuerpo que han perdido sensibilidad. He quemado mis piernas y mi espalda con la almohadilla. ¡Nada gracioso por cierto!)

Asimismo, las vendas de compresión y/o la elevación de mis brazos y piernas mejoran la circulación y evitan que mi sangre se acumule (una sensación quemante muy desagradable).

Nutrición: He estado sin medicación por más de 17 años y, con excepción de algún ibuprofeno ocasional, principalmente uso los alimentos con componentes antiinflamatorios como mi principal fuente de medicación. Me gusta mezclar frutas y vegetales crudos y vibrantes, hierbas y especias para crear bebidas energéticas concentradas que me ayudan a reducir la inflamación de mis articulaciones, músculos y tubo digestivo.

Y en cuanto al dolor psicológico, vuelvo a mencionar el concepto de “dolor autoinducido”. La línea de base es que a menudo existe dolor y sufrimiento en la vida de las personas con lesión de médula espinal. Personalmente prefiero sufrir en mis propios términos, mediante la actividad. Deliberadamente salgo de mi zona de confort, participando en actividades difíciles, a veces dolorosas, como el entrenamiento de tonificación muscular, ejercicios cardiovasculares, estiramientos y viajes de aventura. Y al estar incómodo, creo una sensación de tolerancia y de distinción entre las sensaciones dolorosas. Entonces puedo apoyar mi cabeza en la almohada por las noches sabiendo que “yo” soy responsable de este dolor y de estos sentimientos, y que por lo tanto tengo control sobre el dolor, en lugar de permitir que el dolor me controle. Esto me da tranquilidad mental.

Deseándoles buena salud,

– Aaron

Aaron Baker, Especialista en Médula Espinal | Shield HealthCare

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